sábado, 5 de enero de 2013

ARTICULO PUBLICADO EN LA VOZ EL 2 DEL 1 DEL 2013

La noche de los museos

El viernes 23 de noviembre, durante una nueva edición de La noche de los museos, los cordobeses tuvieron la oportunidad de conocer todos los museos y sus colecciones, joyas del patrimonio cultural de la ciudad de Córdoba. Todos o, mejor dicho, casi todos. Raúl Mazzoni.

  • 02/01/2013 00:01 | Raúl Mazzoni*
El Museo de Ciencias Naturales que se encontraba en Hipólito Yrigoyen 115, esquina Obispo Trejo, no se puede visitar, no existe más; desapareció.
Nos quitaron el derecho de disfrutar y recorrer aquella casona antigua donde podíamos conocer ciencia y, de paso, imaginarnos cómo vivían y sentían los cordobeses que nos precedieron. Aquello se perdió para siempre. Quizá no era un lugar apto para ese museo; para eso se lo trasladó. Pero, ¿por qué se lo demolió?
El Gobierno de Córdoba, principal responsable de la protección de bienes patrimoniales, se lo entregó como parte de pago a los especuladores de la construcción, en un lugar donde las alturas de edificación son muy generosas y la plusvalía es inmensa. Es decir, le dio la gallina al zorro.
Lo más interesante es que el proyecto se enmarca en la Ley de Fomento Turístico, que prevé exenciones impositivas.
Su fachada será conservada, aparentemente, pero no por obra y gracia del desarrollista que tiene conciencia histórica, sino porque la ley establece beneficios leoninos para quien conserve patrimonio, aunque sea solamente la fachada de lo que era.
Además, este discurso encaja a la perfección dentro de la llamada responsabilidad social y, de paso, el constructor queda bien ganando plata. “Como usted ha sido muy bueno y nos dejó la fachada, le permitiremos hacer tres pisos más”...
Eso quedó de Nueva Córdoba: un muestrario de fachadas, un testimonio “mamarrachesco” y pobre de otras épocas. Hoy, un edificio histórico que conserva sólo sus fachadas posee una categoría baja de conservación, porque se supone que ha perdido gran parte de su valor patrimonial, lo que en la realidad, con las nefastas políticas de conservación, equivale a ser demolido.
Quizá, en el futuro, nuestros nietos hagan lo mismo con estas casonas, de las cuales sólo conservamos su fachada, porque estaban en una categoría de preservación alta y pudimos salvar ese pedacito. ¿Quién podría discutirles lo contrario?
El turismo que depende de la conservación real de estos inmuebles genera ingresos por millones de dólares que se distribuyen en toda la sociedad. Y de paso construye identidad, que no es poco.
Es sostenible y, además, renovable, no destruye los ecosistemas y lo pueden disfrutar todos.
¿Cómo puede entenderse que un empresario pretenda revalorizar Nueva Córdoba demoliendo una casona de alto valor patrimonial para construir un hotel cinco estrellas?
Espejitos de colores, les llaman...
A este ritmo, y con estas administraciones, poco o nada quedará de aquella Córdoba de la que hablaba el mundo.
*Arquitecto, integrante del Foro en Defensa del Patrimonio Cultural en Córdoba.